miércoles, 26 de abril de 2017

LA VERDADERA HISTORIA SOBRE LA DESAPARICIÓN DE LA BARONESA EN GALÁPAGOS

LA HISTORIA QUE ESCANDALIZÓ GALÁPAGOS

¿A QUÉ VINO A GALÁPAGOS UNA BARONESA CON TRES AMANTES?  ¿CUÁL ES LA VERDADERA HISTORIA DETRÁS DE MUERTES, DESAPARICIONES Y UNA MUJER QUE PARECÍA EN EL LUGAR EQUIVOCADO?

Una mujer, tres hombres, una isla solitaria, tiene todos los ingredientes de un escándalo. Los titulares de cualquier prensa amarillista que se precie serian: ¡Lujuria! ¡sexo! ¡Traición! ¡Muerte!
Podrían seguir otras exclamaciones: ¡Espionaje! ¡Nazis! ¡Bombardeo al Canal! Esos epítetos siempre estarán ligados al nombre de la hermosa Eloisa Wagner de Bouquet. Cursaban los años treinta en el mundo entero y en Ecuador se precipitaban varias historias en torno a la figura de la Baronesa, que darían la vuelta al mundo y que embrollarían a las Islas Galápagos en un misterio nunca resuelto.

La Baronesa y Rudolf Lorenz con un amigo en su tienda de Paris.
 

LOS HECHOS
Hay que salir de Ecuador y viajar al viejo continente. Es 1929 y en Berlín, un dentista vegetariano y seguidor de Nietzsche, Friedrich Ritter, está por cambiar definitivamente el rumbo de su vida. Ha abandonado a su esposa y vive en unión libre con Dora Strauch, una joven de 23 años que conoció en el Instituto de Hidroterapia de la Universidad de Berlín. Ella, más que su amante, es su discípula; han decidido viajar al lejano archipiélago de las Islas Galápagos para emprender una vida asceta y desprovista de las ventajas (debilidades, dependiendo de donde se lo mire) de la vida moderna. Para emprender esta aventura ambos se han retirado la dentadura, previendo complicaciones difícilmente solucionables en una Isla con escasa agua, nada de luz y, peor aún, atención médica. Entre ambos comparten una sola prótesis construida en acero. Desembarcan en la isla Floreana, la más pequeña del archipiélago, en enero de 1830, luego de permanecer tres meses en el puerto principal.


   Dore Strauch y Friedrich Ritter en Floreana, fotografía tomada por el Capitán Hancock en enero de    1934.
          
En agosto de 1832, llegan tres nuevos alemanes a la isla y la población de la misma sube de dos a cinco. La Familia Wittmer está compuesta por Heinz, la embarazada Margret y el adolecente Harry.

Heinz Wittmer, su esposa Margret, su bebé Rolf (nacido en Floreana), su hijo Harry y su perro Lump Fueron los únicos que quedaron en la isla.

En octubre del mismo año, nuevamente se amplía la población de la Floreana. Llegan la baronesa Wagner con sus acompañantes: el ecuatoriano Felipe Valdivieso y los europeos Rudolph Lorenz y Robert Phillipson.

    La Baronesa Wagner y su séquito: a la izquierda Phillipson; detrás Lorenz.


EL MISTERIO        
La baronesa y Phillipson desaparecieron de la faz del planeta, nunca se encontraron sus cuerpos y todas sus pertenencias permanecieron en la casa que construyeron en Floreana; el cadáver de Lorenz se encontró en la Isla Marchena varios meses después, mientras el vegetariano Ritter murió intoxicado por comer carne envenenada a escaza distancia temporal de estos hechos.

   El cadáver de Lorenz en la isla Marchena.

LAS VERSIONES.
Con las piezas del rompecabezas sobre la mesa, se puede tomar la ruta que más convenza. Hay varias; una, la más manida y que circula produciendo el mayor morbo es el de la lujuriosa baronesa asesinada por su peón sexual. Aquí cito un artículo reciente de la afamada y nacional Extra; “Poco a poco la austriaca fue desnudando su carácter sexualmente agresivo y feroz. Vestía de negro ceñido al cuerpo (¡!), protegida por un látigo y dos revólveres a los costados… más escandalosas eran las fiestas y jaranas que celebraba la baronesa al recibir amigos y turistas extranjeros, agasajándolos inclusive con orgías al aire libre y otros actos moralmente cuestionables. Nada detenía a la dominatrix…”

Vaya con la creación del periodista y su cruce entre la Madonna de hace una década y su última incursión la página sado de turno. ¿Vestir de cuero en la sofocante y desértica Floreana? Todos debieron andar desnudo. Qué vaguedad en la descripción ¿cuáles actos moralmente cuestionables? ¿Qué podía hacer la baronesa que no fuera blandir su látigo y acostarse con cuanto hombre y animal encontrará a su paso? Y, puestos a preguntar, ¿para qué tendría que trasladarse nuestra “dominatrix” a la otra punta del mundo para enfrentarse a una vida dura cuando la lujuriosa baronesa, acostumbrada a los excesos, podría experimentarlos en cualquier salón de la decadente Europa? Algo no encaja, algo suena a mito mal contado. Todo bien, porque puestos a elucubrar, el cielo es el límite.  Sin embargo, yo me decanto por otra historia; una que sigue con cierta lógica que involucra causas y efectos y está ligada al creciente clima bélico imperante en el mundo en ese entonces.

El crac financiero acaba de diezmar gran parte la economía mundial; el partido nazi gana fuerza entre los descontentos pobladores alemanes; Japón busca expandirse y tener mayor influencia en el Pacífico; las Islas Galápagos, probadas ya como base submarina en la Primera Guerra Mundial, son un punto estratégico importantísimo para controlar los movimientos de las marinas de Estados Unidos y Japón. Miren en el mapa, además, son el portón que va a dar directamente al Canal de Panamá. Si el canal llegara a desparecer, las consecuencias serían nefastas para Estados Unidos. Volvamos a nuestra trama y armémosla desde este contexto y junto a los ocho habitantes de la isla, involucrados todos en el misterio. La Historia mejor armada, la que menos hilos sueltos deja, es la de Ritter y su amante. Llegan a la isla Floreana atraídos por la lectura del libro Galapagos World’s End de W. Beebe. Para el filósofo y científico nietzscheano, interesado en escribir y pensar lejos de las distracciones de la modernidad, es el paraíso. Ritter llega con una mujer que le servirá de acompañante, secretaria y peón de las áridas tierras donde instalan su vivienda.

El doctor Ritter posee la autoridad moral de los ascetas, varios de sus escritos se reproducen en importantes medios europeos y americanos que se interesan por los avatares que sufren en su revivido Edén. Tanto es el interés de la prensa, que se reproducen sus diarios de viaje. Esta es la entrada del 3 de agosto de 1929; “Una visita donde el cónsul alemán nos informó que todo proyecto de colonización tanto en el interior del país como en las islas Galápagos resultó infructuoso… Nos vamos a ese archipiélago bajo otras presunciones que los demás colonos, no para enriquecernos, pues en eso está el punto de las desilusiones… La civilización corrompe todo debido a la ambición al dinero y a las necesidades diarias”. El antiguo doctor, odontólogo y científico convertido, por obra de su peregrinación a las Galápagos, en gurú del vegetarianismo y el nudismo, es un personaje que no levanta sospecha en la trama; es solo un personaje excéntrico, uno más en las Islas Galápagos. Aunque bien podía resultar otra cosa.

La familia Wittmer es otro asunto, ¿Cómo se le ocurre a una mujer europea viajar embarazada al fin del mundo? ¿Qué traen en la cabeza para instalarse en la isla Floreana, apenas provista de una fuente de agua que se seca en el verano y no, por ejemplo, si han de vivir allí, hacerlo en la Isla San Cristóbal, donde existe hasta un teniente político y varios europeos y norteamericanos que han hecho sus vidas allí? ¿Cómo, esa misma familia deja a su hijo adolescente sin colegio para convertirlo en campesino sin sueldo? ¿Por qué buscan la cercanía del doctor Ritter, que ha dejado muy claro que se ha ido al otro extremo del planeta para alejarse de la sociedad?
La única respuesta sensata es quien sabe, habrá que buscarles un propósito lógico para que cumpla algún rol en la trama. Algo más, Heinz formo parte del Ejército alemán en la Primera Guerra, no es nazi y su esposa tiene ascendencia judía.

La baronesa, descrita a su llegada al país por un periodista de El Telégrafo de esta forma: “La señora baronesa es gentil y exquisita, pues en ella se han fundido todas las culturas de Occidente, dejándole hondas huellas de una suavidad magnifica. Tiene los ojos azules, los cabellos rubios, tanto que parecen blanquear en ocasiones. Habla de sus antepasados. Su abuelo fue el último de los caballeros que poseyó la Orden de María Teresa. Su abuela fue primadonna de la Escala de Milán y canto con Caruso. Lleva el cabello corto. Es sensitiva, dulce en la expresión, pero resuelta en sus propósitos”. La nota continúa alabando a la gran baronesa que se ha dignado pisar tierra ecuatoriana. Pero, ¿qué trae a esta gran dama a una isla desierta? Escuchemos su respuesta: “Vengo a esta gentil tierra ecuatoriana en viaje de estudio…Trataré de estudiar las posibilidades del establecimiento, en una de las islas donde no pueda tener inconvenientes por posesiones anteriores, de un gran hotel o estación residencial para atraer turistas e inmigrantes de las mejores razas… El hotel será dotado de todo confort necesario, a fin de hacer mucho más agradable la permanencia temporal o definitiva de millonarios, turistas, artistas y personas anhelantes…”. ¿Qué trae para cumplir tales propósitos? ¿Ingenieros, materiales, expertos hoteleros? No, nada de eso. Trae tres amantes, dos de los cuales saben poco o nada de construcción y cultivos.

El tercero, el ecuatoriano, antiguo colono de las Galápagos, huye al mes de llegado; de paso por la isla San Cristóbal, se le escucha comentar que se ha ido porque: ¡Esa mujer está completamente loca! Si descartamos la opción de construir un gran hotel encima de fósiles y roca volcánica, ¿qué nos queda? Hay algo que aún no he contado, la baronesa estuvo casada con un capitán del Servicio de Información del Ejército francés. Durante la Gran Guerra, conoció de cerca el mundo del espionaje y, aunque el matrimonio no duró, sus contactos si perduraron. Otro dato aun sin revelar; la baronesa contaba con títulos, buenas maneras y una exquisita educación, pero no tenía dinero. Sus poderes de seducción la habían guiado por los salones más refinados de Paris, pero para principio de la década del treinta, se encontraba en su peor momento. Esto es, sin un duro. ¿Qué es cuando decide lanzarse a la costosísima empresa de construir un hotel de lujo, sin otros inversores, en una isla desierta? No lo creo.

Esquema de un mapa de la Isla Floreana dibujado por Friedrich Ritter.


LA HISTORIA
Es una posibilidad, los ingredientes están ahí (hay fuentes que confirman lo que digo más abajo). Puestos a elucubrar; ya lo he dicho, el límite es el cielo. Ritter sigue de cerca, en su radio de ondas cortas, el crecimiento del nazismo en su Alemania nativa. Desde un transmisor que permanece escondido reporta los movimientos de buques y la llegada de extranjeros a las islas. Es un informante, no crucial, pero importante; con prestigio científico y contactos internacionales. Heinz Witttmer es enviado a la Floreana por un ala del Ejército alemán que no ve con buenos ojos el ascenso de Hitler y que sabe de las actividades de ritter y que conoce muy bien la importancia estratégica de las islas. Debe viajar a las Galápagos con su esposa embarazada y su hijo para levantar menos sospechas. Es un sacrificio familiar por el bien de su país. El matrimonio Wittmer cumple su tarea con estoicismo. La baronesa necesita dinero y se lo ofrecen los japoneses a cambio de viajar a las Galápagos con el frente del hotel; Phillipson un gigoló del cual se ha encariñado, es el contacto con los nipones. Lorenz es un pobre hombre que se ha dejado seducir por la baronesa y que tomará como amante y empleado de servicio. A Valdivieso se lo contrata en Paris para que los oriente al llegar. Añadan estos ingredientes que la isla mide 173 km2. y que los habitantes no tienen manera de escapar el uno del otro. Además, Ritter no soporta la presencia de la baronesa y no desperdicia ocasión (ante la prensa o el jefe territorial) para desprestigiarla: “En ninguna forma esta mujer tiene la conducta que corresponde a una persona normal; se trata, indudablemente, de una desequilibrada espiritual cuya permanencia en un lugar habitado por tan corta sociedad como la nuestra significa una real amenaza”.

No les quito el gusto de terminar la composición. Coloquen las piezas finales como bien les parezca. Lo único que han de tomar en cuenta es que solo permanecerán los Wittmer en la isla Floreana y sus descendientes seguirán habitándola. Los demás desaparecerán (Dora regresará a Europa); queda en ustedes matar a la baronesa o dejarla escapar en el yacht que nunca ancló en la isla y en el cual supuestamente partió a recorrer el Pacífico sur, junto a un amigo millonario.

La Baronesa Wagner y Robert Phillipson en la Isla Floreana 1934. Él era uno de sus amantes. Los dos desaparecieron un día y nadie volvió a saber de ellos, sus cuerpos jamás fueron encontrados.





Texto extraído de la revista: Soho edición 78; La historia que escandalizó Galápagos autor Gabriela Alemán Salvador,  Quito  2009.

La misma autora publica en el año 2010 el libro Álbum de Familia con la Editorial Estruendo (Perú), en Ecuador se comercializó el libro en 2011 con la editorial Panamericana (Colombia); en el capítulo 2 (Veraneo), la autora relata con un estilo fantasioso "conjeturas" sobre Harry un miembro de familia Wittmer. Talvez el estilo narrativo utilizado por la autora se debió para no "incomodar" a descendientes de la familia Wittmer que viven en las islas y, por la demanda económica que recibió la revista Soho por parte del Parque Nacional Galápagos cuando publicó su número 78 sobre Galápagos.

Para quienes están interesados sobre la verdadera desaparición de la Baronesa pueden leer los relatos del piloto norteamericanos Vermon Lange y el bombardero americano de origen alemán Ernie Reiner quiénes formaban parte de las fuerzas norteamericanas establecidas en la isla de Baltra durante la Segunda Guerra Mundial. Otros relatos interesantes son: los del magnate norteamericano Eugene F. McDonald, los del millonario Julius Fleischman, los relatos del millonario capitán del Velero III George Allan Hancock y los del financista Vincent Astor quienes visitaron este archipiélago durante aquella época.   

También existe un informe en la Segunda Zona Naval (isla San Cristóbal) clasificado aún como secreto, realizado en el año de 1974 por la Armada del Ecuador cuando el BAE Cayambe visitó la isla de Floreana; el interrogatorio a Margret Wittmer fue ejecutado por Mariano Sánchez Bravo en ese entonces guardiamarina del buque (una copia de este informe llegó por error a mis manos cuando el historiador Octavio Latorre a quien yo había solicitado información sobre Nicolás Lawson me envió un paquete con documentos diferentes, el paquete fue devuelto a su dueño no sin antes haberlo leído).

Lecturas sugeridas:
Floreana Post Oficce By Margret Wittmer
Galapagos Affair By John Treherne 
Satan came to Eden By Dore Strauch
Adan and Eve in the Galapagos. Satan Walks in the Garden. Eve Call sit a Day. By Ritter Frederick. in The Atlantic Monhtly,  Number 148.

No hay comentarios:

Publicar un comentario