jueves, 6 de agosto de 2020

ECUADOR EN LA LISTA DE LOS EXPLORADORES DE QUININA


LA DECADENCIA DE SUDAMÉRICA COMO PROVEEDOR DE QUININA DEL MUNDO


Cinchona lanceifolia

En la región andina de Sudamérica en lo que hoy corresponde a Ecuador, Perú y Bolivia se encontraban abundantes árboles que los indígenas de la zona utilizaban para aliviar sus calenturas y otras dolencias, a este árbol se lo conocía en la región con el nombre de cascarilla; en la época de la colonia se lo denominó corteza del Perú, cinchona, quina, quinquina, quinaquina y otras variantes, es en 1820 que se apodera del termino quinina cuando se aisló la quinina uno de los dos alcaloides presente en la corteza del árbol.

Los árboles de la quinina fueron víctimas durante muchos años de disputas religiosas, los jesuitas asentados en el Virreinato de Perú tenían identificado los lugares donde crecían estos árboles, pero desconocían que algunos de ellos eran especies y variedades diferentes. La quina llegó a Europa como medicamento (bálsamo del Perú) y ante el hermetismo de los curanderos que comercializaban su “cura secreta” los científicos de la época no sabía con seguridad si la fuente realmente era un árbol. En 1635 el jesuita Bernabé Cobo relataba en su Historia del Nuevo Mundo que los indígenas utilizaban la corteza molida de un árbol que crece entre las poblaciones de Zaruma y Loja para calmar las altas temperaturas, los jesuitas fueron los primeros en promover su empleo medicinal en el mundo occidental.

En 1652 el archiduque Leopoldo de Austria no consiguió curarse y alzó su cólera contra el medicamento, uno de sus principales partidarios en una campaña de despecho fue el célebre catedrático de medicina de la Universidad de Lovaina, Vopiscus Plempius. Lovaina era el centro del jansenismo, y la diatriba contra la quinina se perdió en medio de la gran disputa entre jesuitas y jansenitas sobre la predestinación frente al libre albedrío. La oportunidad de modificar la opinión pública no surgió hasta después de que un curandero inglés, Robert Talbor, alcanzase un éxito fenomenal con una “pócima secreta” para las fiebres periódicas, se convirtiera en medico de Carlos II, y hubiera vendido su secreto a Luis XIV de Francia con la condición de que no se publicaría hasta después de la muerte de Talbor. Este murió en 1681, y se reveló su misterioso remedio: la “quinquina” mezclada con un vino diferente cada vez para disfrazar la identidad de la medicina. Tras la publicación en 1711 del primer tratado completo acerca de sus propiedades medicinales por el italiana Francesco Torti, que introdujo en el lenguaje la palabra “malaria” y aclaró que la quinina no tenía valor contra otros tipos de fiebre, fue imposible atajar la avalancha de libros en defensa de la “corteza peruana”. Evidentemente, en aquella época hacía falta más información para comprobar las múltiples bondades medicinales que se le atribuían a esta planta.

Cuando en 1736 la Misión Geodésica Francesa llegó al Virreinato de Perú y se estableció en la Audiencia de Quito (Ecuador), uno de sus integrantes Charles-Marie de La Condamine realizó un estudio superficial de la planta, que había visto en Loja en 1737, camino a Lima (Perú). La Académie des Sciences publicó una descripción el año siguiente, y Linné nombró al árbol Cinchona (en honor al virrey del Perú 1629-1639, el conde de Chichón, cuya esposa se consideraba la primera persona curada por la quina, aunque la historia ha sido desmentida muchas veces desde entonces). La Condamine intentó llevar arbolillos vivos a Francia en 1743, pero fracasó cuando una ola los barrió de su canoa en la desembocadura del Amazonas. Las semillas que llevó a Cayena no germinaron, y los conocimientos del mundo continuaron basándose en la descripción incompleta de este botánico aficionado.

El geodésico francés, sin embargo, prometió un informe más completo acerca de la quina, a cargo de Joseph De Jussieu, agregado de su expedición. Este médico y miembro de la famosa dinastía botánica de los De Jussieu (Antoine, Bernard) había ido efectivamente a América para realizar investigaciones botánicas. Y, en efecto, estudió los bosques de quinos, aunque al parecer no antes que La Condamine. Las colecciones llevadas a cabo por De Jussieu en 1739 en Zaruma de “gran número de ejemplares” llegaron finalmente a Paris. De Jussieu observó diferentes especies, determinó sus “virtudes” relativas, descubrió métodos engañosos y antieconómicos de recolección, y preparó cierta cantidad de “extracto” de quina, que esperaba fuese más eficaz que el fabricado a partir de la corteza en Francia.

Otros naturalistas como: José Celestino Mutis, Hipólito Ruiz, continuaron estudiando las diferentes especies y variedades de quina que crecían en diferentes zonas climáticas del Virreinato de Perú; sin embargo, los quinos (cascarilla fina de Loja y cascarilla colorada) que mayor interés medicinal tenían eran los que crecían en los territorios de la Audiencia de Quito. La Cinchona colorada, que se encontró en la Audiencia de Quito en 1785-1786, constituye un buen ejemplo de la economía del comercio de la quina. Los recolectores que la trajeron por primera vez a Guayaquil tenían poca confianza en sus virtudes, y la vendieron casi regalada, y los comerciantes que la llevaron de allí a Lima estaban igualmente dudosos. Pero cuando algunos cajones llegaron a Cádiz, no había casualmente ningún escéptico presente, y los comerciantes ingleses pagaron el buen precio de sesenta reales de vellón por libra. Cuando esa noticia llegó a los mercaderes de Guayaquil y Lima, se apresuraron a obtener más Cinchona colorada; ahora rivalizaba con la Cinchona fina de Loja, aun a los ojos de algunos médicos españoles. En 1802 Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland durante su llegada a la Audiencia de Quito continuaron recolectando quina, Humboldt comparó sus propios ejemplares con los de La Condamine recogidos en el mismo lugar sesenta años más tardes.

Tiempo después en 1834 el gobierno francés envió a dos científicos a Bolivia para estudiar los quinos. Uno de ellos, H. W. Weddell, además de publicar la Histoire naturelle des quinquinas en 1849, y dar a conocer la Cinchona calisaya, llevó algunas semillas de calisaya a Francia e Inglaterra. De ellas se entregó una planta joven al gobierno holandés, que se trasplantó con éxito en Java. Despertando su entusiasmo, las autoridades holandesas enviaron al superintendente del jardín botánico de Java, Justus Charles Hasskarl, a Bolivia en 1852, bajo el seudónimo de J. D. Müller. El holandés consiguió reunir con cautela al menos cuatrocientas plantitas de calisaya en la tierra de nadie de Carabaya, a lo largo de la frontera entre Perú y Bolivia. Empaquetándolas en balas pequeñas parecidas a las de lana, las llevó a la costa y las embarcó en una fragata holandesa que había sido puesta a su disposición, en la cual partió para Java. Sin embargo, no sólo murieron la mayoría de los árboles en el camino, sino que además Hasskarl sabía poco de quinos. Eligió el lugar indebido para una plantación y en 1856 había perdido su empleo. Aunque su sucesor pudo trasplantar los árboles, y crió un millón más hasta 1860 a partir de semillas traídas por Hasskarl, muy pocos resultaron ser calisaya, y de hecho apenas había en ellos algo de quinina. Los mejores ejemplares eran vástagos del árbol de Weddell, pero estos no eran robustos y solo tenían la mitad del contenido de quinina de la verdadera corteza boliviana de calisaya. Los plantadores particulares no tenían interés en los quinos, y nada tiene de extraño: el café, el té y el azúcar ocupaban su atención.

A continuación, le llegó a Inglaterra el turno de hacer experimentos. Los ingleses hicieron un intento directo pidiendo a sus cónsules sudamericanos en 1852 que consiguieran plantas y semillas, pero sólo Ecuador lo hizo así, y ninguna de las plantas sobrevivió. Como consecuencia en 1859 Claments Markham, que después sería nombrado Sir y conocido como historiador y hombre de letras, dirigió una expedición a Bolivia. No se le permitió penetrar en el país, y se conformó con ejemplares de Carabaya, como había hecho Hasskarl, y tuvo también que eludir a las autoridades locales en un agotador y frio viaje cruzando las montañas hasta la costa. Pero el gobierno inglés, a diferencia del holandés, no le dio a Markham una nave, y cuando logró llegar con las plantas a la India, todas excepto dos de las 237 calisayas habían perecido.

Inglaterra, sin embargo, no puso toda su confianza en la corteza de calisaya. Un tal Mr. Pritchett trabajó activamente en los antiguos territorios de Ruiz y Pavón en 1861, talando árboles para recoger semillas y recolectando plantas jóvenes de tres especies peruanas. Las semillas germinaron al fin en los jardines botánicos de Kew, Jamaica y Ceilán, pero eran deficientes en contenido de quinina. Los ingleses se convencieron de que su mejor esperanza era la quina roja (C. succirubra) del Ecuador. Poco antes de la llegada de Markham, el gobierno contrató al botánico independiente Richard Spruce, que había estado recolectando ejemplares de plantas sudamericanas durante una década, para que hiciese el arduo viaje al Ecuador para proporcionarle a Markham árboles y semillas. Aunque Spruce quedó paralítico, tuvo éxito, y al cabo de cinco años crecían en el sur de la India y en Ceilán cerca de un millón de árboles de la rústica especie roja. Inglaterra pudo incluso proporcionar arboles a la vacilante industria de Java. Las halagüeñas perspectivas se veían empañadas, sin embargo, por el innegable hecho de que la quina roja, como las especies peruanas, producían menos quinina que la delicada calisaya. Era no obstante útil si se administraba en dosis mayores que la calisaya, y de hecho era más fácil de elaborar. Su futuro como una “quinina de pobre” animó por tanto al gobierno inglés a establecer una factoría en Madrás, a iniciar plantaciones en diversas partes del Imperio, y a proporcionar semillas a otras potencias coloniales europeas.

Entretanto, la parte más espectacular de la historia empezaba a desarrollarse en Sudamérica. Charles Ledger había sido allí comerciante en lana de alpaca y corteza de quina desde 1836. De cuando en cuando intentaba encontrar la verdadera calisaya, con la ayuda de un fiel criado indio. Manuel Incra Mamani, pero sin éxito. De hecho, en dos ocasiones un colaborador fue asesinado, el segundo mientras intentaba conseguir semillas para venderle a Markham. Entonces, en 1865, Manuel apareció en Tacna después de un peligroso y secreto viaje de mil trescientos kilómetros, llevando ocho kilos de semilla de ejemplares destacados de calisaya. Cuando el criado regresó a Bolivia fue torturado y murió, pero Ledger envió las semillas a su hermano George en Londres. Como George no pudo interesar al gobierno inglés para que las comprase, recurrió a los holandeses. Al fin aceptaron medio kilo como prueba, y George malvendió el resto a un escéptico plantador de quinos de la India que estaba de vacaciones llamado Mr. Money. Consiguió endosárselo a la British Indian Chinchona Plantation, pero de algún modo las semillas en manos inglesas no llegaron a germinar.

Por fortuna, sin embargo, una pequeña parte del medio kilo adquirido por los holandeses germinó para producir 20000 plantas. En 1872 un químico holandés descubrió que la corteza era más rica en quinina que ninguna de las conocidas hasta entonces, rindiendo de tres a cuatro veces el contenido de la corteza americana típica. Con el tiempo se descubrió como una nueva especie, Cinchona ledgeriana, próxima a C. calisaya. Para evitar que C. ledgeriana se hibridase y estropease por proximidad a otra especie, el gobierno holandés la aisló y gradualmente se deshizo de las demás especies. Con el éxito al fin próximo, y un precio de C. ledgeriana casi seis veces superior al de la roja, los plantadores particulares empezaron a hacerse cargo del cultivo, aunque el gobierno mantuvo el control de la semilla. C. ledgeriana resultó ser un árbol difícil de cultivar, y en la India fue un fracaso. Pero las condiciones eran excelentes en Java; Ámsterdam se convirtió en la capital de la quinina; las exportaciones de Sudamérica descendieron desde nueve millones de kilo en 1881 hasta dos millones en 1884; los plantadores ingleses de la India sustituyeron buena parte de sus quinos por té.

El resto es una complicada historia de un monopolio internacional (llamado finalmente Kina Bureau), precios manipulados y producción limitada. Incluso la mayor parte de los productores sudamericanos quedaron bajo la autoridad del Bureau, excepto algunas extensiones reservadas en el Perú por una compañía rival japonesa con bajos precios, que al fin perdió sus propiedades en 1937. Estados Unidos intentó promover en distintas ocasiones la producción de quina en Haití, Guatemala, Puerto Rico, las Filipinas y Costa Rica. Durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que se comprobó la eficacia del sucedáneo sintético, la atabrina, las misiones estadounidenses recorrían Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia en busca de corteza.

En 1944 dos químicos americanos consiguieron la síntesis artificial de la quinina, pero el proceso era demasiado caro para que se pudiese producir la droga a escala comercial. Sin embargo, se habían descubiertos otros productos sintéticos, además de la atabrina, tan eficaces contra la malaria como la quinina. La Organización Mundial de la Salud se encuentra actualmente desarrollando un programa para erradiar la malaria en el mundo para 1968, a través de altas campañas de fumigación financiadas por los gobiernos de la áreas infectadas. En tales circunstancias, la quinina y los productos sintéticos se consideran de más valor en las etapas finales del programa, para eliminar los últimos focos restantes de infección.


Texto extraído del libro: Flowers Flora of Peru; autor Robert R. Steele,Nort Carolina 1964.

jueves, 16 de julio de 2020

LA FORMACIÓN DE UN VERDADERO NATURALISTA

EDWARD O. WILSON: LA FORMACIÓN DE UN NATURALISTA



Parte inferior del cráneo de un Hylochoerus meinertzhageni


El camino hacia la naturaleza comienza en la infancia y por esa razón lo ideal es presentar la ciencia biológica al ser humano en sus primeros años de vida. Todos los niños son naturalistas exploradores incipientes. El espíritu de los cazadores, los recolectores, los exploradores, los buscadores de tesoros, los geógrafos y los descubridores de mundos nuevos está presente en el corazón del niño, tal vez en forma rudimentaria, pero siempre ansioso por expresarse. Desde tiempos inmemoriales, los niños se criaron en contacto íntimo con los ambientes naturales. La supervivencia de la tribu dependía de un conocimiento íntimo, táctil, de las plantas y los animales silvestres.

Más tarde después de millones de años de existencias en esas condiciones, apareció la agricultura, revolución que arrancó a la mayoría de los individuos del hábitat en que habían evolucionado sus antepasados. Los hombres alcanzaron así una mayor densidad de población, al precio de quedar encadenados a entornos muchos más simples. Así, pasaron a depender de un número mucho más reducido de especies vegetales y animales que solo podían cultivarse en un ambiente empobrecido biológicamente por la labranza reiterada. A medida que poblaciones cada vez más numerosas cuyo sustento era el excedente agrícola emigraban hacia aldeas y ciudades, los hombres se alojaron cada vez más en su medio ambiente ancestral. Hoy en día, la mayor parte de la humanidad habita en un mundo artificial. En gran medida, hemos olvidado la cuna y la morada primigenia de nuestra especie.

No obstante, alientan todavía en nosotros los instintos ancestrales que se expresan en las artes, los mitos y la religión, en los jardines y en los parques, y en deportes como la caza y la pesca, tan extraño cuando uno se detiene a pensar en ellos. Los estadounidenses se dedican más tiempos a los zoológicos que a los acontecimientos deportivos y mucho más aun a deambular por las reservas silvestres y los parques nacionales, cada vez más concurridos. Las actividades recreativas que se desarrollan en los bosques nacionales y las reservas naturales –es decir en las zonas de ellas que no han sido aún taladas- generan mucha riqueza y aportan más de 20.000 millones de dólares anuales al producto interno. Las imágenes de la naturaleza silvestre abundan en la televisión y en las películas que se ven en el mundo industrializado. Tener una casa de fin de semana, por lo general en un ambiente pastoral o natural, es un signo de riqueza pero también un refugio donde se puede alcanzar cierta paz espiritual y retornar a algo perdido pero no olvidado. La observación de aves se ha transformado en un hobby sumamente importante y en una industria sólida.

La profesión de naturalista no es una actividad sino un honroso estado espiritual. Entre los héroes de nuestro país, están los que lograron expresar su valor y protegieron la naturaleza: John James Audobon, Henry David Thoreau, John Muir, Theodore Roosevelt, William Beebe, Aldo Leopold, Rachel Carson, Roger Tory Peterson. En todo el mundo, en las culturas que aún están cerca de la naturaleza se aprecia el talento para la historia natural. Los que dependen de la caza o la pesca artesanal y practican la agricultura para su exclusivo sustento apuestan la vida a conocer bien la naturaleza. El psicólogo cognitivista Howard Gardner ha dicho que esa actitud para conocer la naturaleza se encuentra entre las ocho categorías principales de la inteligencia:

El naturalista innato demuestra idoneidad para reconocer y clasificar las numerosas especies –la fauna y la flora- propia de su medio ambiente. En todas las culturas se tiene en gran estima a la gente que, además de saber identificar a los individuos de especies valiosas o especialmente dañinas, es capaz de catalogar organismos nuevos o poco conocidos. En las culturas que carecen de una ciencia formal, el naturalista es la persona más diestra en la aplicación de las “taxonomías vulgares” sancionadas por el uso; en las culturas que tienen orientación científica, el naturalista es el biólogo que reconoce y clasifica especímenes conforme a las taxonomías formales aceptadas.

Las actitudes cognitivas del naturalista de talento se manifiestan también de muchas otras maneras, incluso en las actividades prácticas de las sociedades industrializadas. “El niño que puede discriminar fácilmente plantas o aves o dinosaurios –observa Gardner- hace uso de esas mismas aptitudes (o del mismo tiempo de inteligencia) para clasificar zapatillas, autos, sistemas de audios o canicas”, y agrega: “es posible que el talento de los artistas, poetas, sociólogos y naturalistas para reconocer perfiles y patrones que se repiten se fundamenten en las aptitudes perceptivas esenciales de la inteligencia propia del naturalista espontaneo”.

Dije ya que la biofilia, esa atracción innata por el mundo natural, aportó a los individuos y a las tribus una ventaja adaptativa en la historia de la evolución. En la actualidad, la historia natural retorna al seno de la biología y conseguirá ampliar sus fundamentos para transformarla en una ciencia más orientada hacia el hombre y más humana.

¿Cuál es la mejor manera de cultivar esa innata inteligencia de naturalista en todos los niños? ¿Y cuál es el método para fomentar la excelencia entre los que demuestran talento para la historia natural? Son interrogantes que no han despertado demasiado interés entre los psicólogos que se dedican a la investigación. Me permitiré recurrir de nuevo a mi experiencia personal y a lo que he aprendido hablando a lo largo de años con padres, maestros y niños.

La mente del niño se vuelca hacia la naturaleza viviente desde muy temprano. Si se la estimula, despliega sus alas, y el vínculo con la vida en general se afianza. El cerebro está programado para aprender; según los psicólogos, los seres humanos están preparados en forma innata para el aprendizaje:  Todos recordamos con facilidad y placer algunas experiencias. Al mismo tiempo, estamos predispuesto a evitar el aprendizaje de ciertas experiencias o, en último caso, a aceptarlas y evitarlas luego. Por ejemplo, nos atraen las mariposas pero sentimos rechazo por la arañas y las víboras.

La lógica biológica y evolutiva de esa aptitud sesgada para aprender es muy simple: los indicios que anuncian la presencia de elementos del medio ambiente sanos y productivos refuerzan genéticamente una respuesta positiva, de modo que no es necesario enseñarlos ni repetirlos; análogamente, los indicios que anuncian peligro refuerzan una respuesta negativa.

Tengo varias sugerencias comprobadas a lo largo del tiempo para los padres y los maestros que quieren cultivar las aptitudes de naturalista de un niño. Hay que comenzar temprano: el niño está preparado ya. Ábranle las puertas de la naturaleza, pero no lo empujen para que las atraviese. Piensen que el niño es un cazador-recolector y bríndenle ocasión de explorar al aire libre y observar en los zoológicos y museos. Permítanle indagar, solo o en grupos pequeños de mentalidad afín a la suya. Dejen que perturbe un poco a la naturaleza, sin vigilarlo y sin orientarlo. Consíganle guías de campo, binoculares e, incluso, microscopios. Si es posible en la casa, o en la escuela por lo menos. Acicateen su iniciativa y elógienla. Cuando llegue a la adolescencia, permítanle emprender aventuras con otros, viajar a zonas silvestre o al extranjero según se presenten las oportunidades y la economía familiar lo permita. Dejen que aprenda todo con su propio ritmo. Si lo hacen, puede suceder que el joven decida luego dedicarse al derecho, al marketing, o a las fuerzas armadas, pero seguirá siendo un naturalista toda la vida y lo agradecerá.

Espero que estas recomendaciones hayan dejado en claro que transformarse en naturalista no es lo mismo que estudiar algebra o un idioma extranjero. Sería un grave error pretender presentarle la naturaleza a un niño llevándolo a un parque o a un vivero donde cada especie de árbol o de arbusto lleva una etiqueta con su nombre. El niño es un salvaje en el mejor sentido de esta palabra: necesita palpitar con cada descubrimiento, hacer muchas travesuras y aprender todo lo que pueda por su cuenta.

También se pueden intentar otras cosas, como comprar un pequeño microscopio compuesto. Los hay ahora no más caros que una patineta o un pasaje a Disney World. Sugiérale que observe gotas de agua de una laguna a las cuales se hayan agregado con un gotero plantas acuáticas o algas. No le indiquen que debe buscar, limítense a decirle que será algo distinto de lo que vio hasta entonces. Así, el niño podrá ver lo mismo que sorprendió a Robert Hooke, Antony van Leeuwenhoek y Jan Swammerdam, primeros microscopistas del siglo XVII: un Jurassic Park en miniatura, habitado por rotíferos traslucidos que cambian continuamente de forma, reptan entre los detritus, contraen y extienden cilias que parecen cabellos para crear corrientes de agua circulare; un mundo en que los protozoos avanzan como flechas y giran en el agua, chocando con los obstáculos que encuentran como borrachos; un universo de cristalinas diatomeas, y mucho más, infinitamente más podría decir.

Tuve esa experiencia a los 8 años. Mis padres me regalaron un microscopio, no recuerdo por qué, ni importa saberlo. Allí encontré un mundo propio, un universo agreste y sin ataduras, sin plásticos ni maestros ni libros, sin nada que fuera previsible. Al principio no sabía los nombres de los moradores del agua ni qué estaban haciendo. Tampoco lo sabían los primeros hombres de ciencia que miraron por un microscopio. Como ellos, aprendí a graduar la óptica para observar objetos del tamaño de una mariposa, o de otros tamaños. Jamás pensé en lo que hacía en esos términos, pero era ciencia pura. De mí se puede decir lo mismo que de cualquier otro niño en condiciones similares y lo que dijo Leeuwenhoek de sí mismo: que no había emprendido su trabajo “para ganarme los elogios de que ahora disfruto sino por mi avidez de conocimientos, afán que, según observo, tengo en mayor medida que la mayoría de los hombres”.

La sed de conocimientos puede acicatearse siguiendo, los arquetipos que gobiernan el desarrollo de la mente. Entre los 8 y 12 años de edad, muchos niños eligen lugares secretos para esconderse. Lo ideal son las cuevas o los edificios abandonados pero, de hecho, cualquier lugar apartado que garantice intimidad puede cumplir la misma función. Se puede construir un refugio con maderas de árboles jóvenes (cosa que yo hice, con mala suerte de que el arbusto elegido era un roble venenoso), “trozos de madera, leños abandonados entre los rescoldos y otros materiales improvisados. Una casa construida en un árbol es ideal porque brinda máxima intimidad y protección. Los bosques, incluso bosquecillos secundarios, son una opción lógica en estos casos. En ese lugar secreto, el niño –acompañado tal vez por un par de amigos- colecciona revistas, lee, habla hasta por los codos y observa el terreno circundante.

Los niños son cazadores de tesoros y coleccionistas innatos. Si se les da acceso a un ámbito natural, es probable que empiecen buscando rocas (“piedras preciosas”), reuniendo especímenes de mariposas y otros insectos, y dando albergue a animales pequeños de todo tipo. Es una actividad que merece aliento. No debemos tener una actitud aprensiva. Los sapos, las víboras (las que no son venenosas) y los pececitos de agua dulce son magníficos. Después de poner a prueba el límite de tolerancia de mis padres trayendo a casa unas víboras, di albergue a unas viudas negras a las que alimentaba con moscas y cucarachas. Las colonias de hormigas alojadas en nidos artificiales son estupendas en todo sentido: las obreras se ajetrean día y noche y pronto convierten un montón de tierra en su casa y de ahí parten para buscar alimento, marcando el camino con un rastro de olor invisible. Las hormigas tienen un efecto sedante, como los peces de los acuarios, y son un excelente material científico para la escuela.

Para producir un efecto enorme en poco tiempo, recomiendo llevar al niño a la playa y proponerle que haga una colección de las criaturas que vaya encontrando. En las zonas pobladas y en las playas muy concurridas, se puede usar cámara digital para todos los animales que sean muy pequeños o recoger todo lo que se encuentra para devolverlo al mar. En las playas de arena, entre las algas marinas arrastradas por el mar, se esconden legiones de diminutos insectos, crustáceos y moluscos bivalvos; animales misteriosos o fragmento de ellos llegan a la costa desde aguas más profundas. En los charcos que se forman entre las rocas de otros tipos de playa habitan infinidades de pequeños crustáceos, caracoles, anémonas de mar, erizos y estrellas de mar, además de otros animales menos conocidos propios de las aguas marinas poco profundas. Al cabo de un tiempo, recomiendo al adulto abrir una guía y ayudar al niño a descubrir los nombres de los animales que ha encontrado. Si además tiene a mano un pequeño microscopio compuesto, sugiérale que observe algunas gotas de agua tomada de los charcos de algas y de las rocas. De ese modo, abrirá otra ventana a la biodiversidad.

Al niño que se une a un grupo de observadores de aves le guardan aventuras de otro tenor. Pese a la edad que tengo, la miopía y mi profesión de entomólogo, me estremezco todavía cuando veo águilas, grullas e ibis. No hace mucho, mientras recorría en un esquife las aguas del río Pascagoula, en Mississippi, me sentí transportado cuando vislumbré unos diez barriletes que parecían golondrinas por su cola y daban vueltas sobre mí o se lanzaban en picadas para beber unos traguitos en el río.

En ese ámbito, entre los observadores de aves, todos ellos naturalistas con amor por la aventura, el niño puede hallar verdaderos ejemplos. Hay algunos solitarios excéntricos entre ellos, pero también médicos, pastores, plomeros, ejecutivos de empresas, oficiales de las fuerzas armadas, ingenieros y miembros de casi todos los gremios y profesiones. Los une una pasión común. Mientras están en el campo al menos, son los individuos más agradables y fervorosos que he conocido en mi vida.

Lleve al niño al zoológico, pero con algún objetivo. No se limite a vagabundear pasivamente entre los ejemplares expuestos: elija uno para estudiarlo más de cerca. Los reptiles siempre son una atracción como los grandes mamíferos, pero también suscitan interés en el niño las más diminutas de las criaturas. Hace bastantes años que en el Parque Zoológico de Washington, la mayor atracción es la colección de insectos. Desde su inauguración en 1987, el lugar más concurrido ha sido la Mesa de Suelos, largo cajón relleno con tierra y un lecho de hojas de los bosques de alrededor. Los visitantes –en su mayoría niños y niñas- exploran ese mundo en miniatura para ver los innumerables insectos y pequeños invertebrados que viven en su interior. Se les permite rastrillar y levantar material a fin de exponer los animales a la vista e identificarlos como si fueran entomólogos en su trabajo de campo.

Una visita a un acuario puede tener efectos similares. A toda la gente, incluso a los niños, les encantan los tiburones tanto como los dinosaurios, con la ventaja de que los tiburones están vivos. También impresiona el esplendor de un arrecife de coral reconstruido, con la enorme diversidad de formas de vida que lo caracteriza y que pueden abarcarse de una sola mirada. Es recomendable el jardín botánico, en el cual se puede visitar una selva aluvial simulada y empaparse de su grandeza. Otra fuente de interés son las exposiciones de orquídeas, que se pueden recorrer como una galería de arte en la cual se exhiben las plantas con flores más diversas de la tierra y, según algunos, las más bellas.

La alegría de aprender surge de la libertad para explorar. El deseo de más conocimiento nace del conocimiento adquirido por iniciativa propia. La confianza en sí mismo de cada niño se apoya en el conocimiento del novedoso y bello mundo que lo aguarda. La formación de un naturalista se parece a la de un músico o un atleta: excelencia para los que tienen talento, placer duradero para el resto y beneficios para toda la humanidad.

Texto extraído del libro: The creation. An appeal to save life on Earth; autor Edward O. Wilson, New York 2006.

viernes, 24 de abril de 2020

RIOBAMBA

LA HERMOSA CIUDAD DE RIOBAMBA



El topónimo que designa la ciudad esta formado por la combinación de "río" y bamba "valle" en Kichwa. este nombre compuesto es indicativo de la topografía de la zona y de su rica mezcla de culturas. Riobamba posee una fuerte presencia indígena, que crece hasta dimensiones enormemente variopintas durante el mercado del sábado. Pero el trazado de la ciudad, las grandes plazas porticadas y la arquitectura evocan con su grandiosidad la colonización española.

Los puruhaes fueron los primeros pobladores de la zona, que fue conquistadas por los incas pero antes de la llegada de los españoles. En 1534 estos fundaron la ciudad de Riobamba a un trecha de la prehispánica Cajabamba (17 km al sur por la Panamericana), pero en 1797 un enorme corrimiento de tierras la destruyó y sus habitantes se trasladaron a su ubicación actual. La emancipación ecuatoriana de España se concretó oficialmente en Riobamba con la firma de la primera Constitución nacional en 1830.

jueves, 23 de abril de 2020

VOLCÁN CHIMBORAZO



REFUGIO EDWARD WHYNPER



Llamado "taita" (papá) por los indígenas de la zona, el volcán Chimborazo (6310m) es la montaña mas alta del país, un coloso que culmina en un enorme glaciar. Debido a la protuberancia ecuatorial del planeta, Chimborazo es el punto terrestre mas alejado del centro de la tierra y el mas próximo a las estrellas. Con su compañero menor y mas escarpado, el volcán Cairahuazo (5020m), al noreste, y el valle del río Mocha entre ambos, componen una región remota, incluso desolada, poblada únicamente por algunas comunidades indígenas. La ladera oeste del Chimborazo es conocida como Arenal, y es tan árida que hay quien la compara con el altiplano boliviano.

El Chimborazo y el Cairahuazo están integrados en la Reserva de Producción Faunística Chimborazo. se le llama así porque habitan cientos de vicuñas (parientes salvajes de la llama), que tras quedar extinguida en Ecuador a causa de la caza fueron reintroducidas desde Chile y Bolivia en la década de 1980. Actualmente la población esta en crecimiento y es fácil distinguir sus elegantes siluetas entre las nieblas desde el autobús al efectuar la ruta entre Guaranda y Riobamba, así como verlas curioseando si se explora el parque.

La ascensión al Chimborazo o al Cairahuazo es una aventura apta solo para alpinistas bien aclimatados y experimentados con equipos de nieve y hielo (contáctese con algún guía recomendado en las secciones de Riobamba o Quito). Desde Riobamaba se puede organizar una excursión de un día al refugio Whymper de Chimborazo a 5000m. 
De noche ´pueden alcanzarse temperaturas extremas. De julio a septiembre y diciembre son los meses mas secos en la región, pero también los mas fríos.

lunes, 2 de diciembre de 2019

domingo, 2 de diciembre de 2018

LOJA CIUDAD DE LAS ARTES


CIUDAD DE LOJA 


Although the town itself is particulary exciting, It´s difenitely attractive, and travelers on their way to Peru via the border town Macará find this a convenient place to stop. Loja is also the departure point for visiting Vilcabamba to the sounth, Zamora to the east and the beautiful Parque Nacional Podocarpus nearby. Also you can visited Saraguro.

Loja was founded by the Spanish captain Alonso de Mercadillo on December 8, 1548, meaning it´s one of the oldest towns in Ecuador. Although few of its original buildings survive, the city has some lovely 18th century architecture. Loja is both an important provincial capital and a college town, with two universities, a music conservatory and a law school.



domingo, 14 de enero de 2018

INGAPIRCA


THE INCA TRAIL TO INGAPIRCA 




The most important Inca site in Ecuador, Ingapirca was built toward the end of the 15th century during the Inca expansion into present-day Ecuador. The site, 50 km nort of Cuenca, was built with the same mortarless, polished-stone technique used by the Inca in Peru. Although less impressive than site in Peru, it's definitely worth a visit. A guided tour explains the design and significance of the various ruins.

For an economical visit, catch a direct Transporte Cañar bus ($2.50 two hours) from Cuenca's  bus terminal at 9am or 12:20pm. Buses return to Cuenca at 1pm and 3:45pm. More frequent buses from Cuenca depart half-hourly to El Tambo, where you can catch an onward bus or taxi ($5) to Ingapirca, 8km further.



lunes, 20 de noviembre de 2017

LAGUNA TOREADORA



PARQUE NACIONAL CAJAS



This 288-sq-km lies about 30 km west of Cuenca and is famous for is many beautiful lakes well over 200 have been named, and there are countless smaller ponds, pools and puddles. There are trout in the lakes and fishing is permitted. The terrain is bleak and rough, and the lakes shine like jewels against the harsh country-side. It´s rugged hiking and camping country, much of it páramo (high Andean grasslands) at around 4000m above sea level. None of the area is above 4500m, so it doesn´t normally snow, although the winds and rains can make it very cold. Hikers and campers should be well prepared with warm, windproof gear and plenty of energy. Several readers have written to say that they underestimate the cold weather and had a very cold trip – bring protective clothing!

In sheltered hollows and natural depression of the terrain, small forests of the Polylepis (quenua) tree are seen. This tree grows at the highest altitudes of any tree in the world, and the quenua thickets provide welcome protection from the elements for all kinds of unusual plants and animals. Everything is on small, tightly packed scale, and forcing your way into one of these dense dwarf forests is like entering a scene from o Grimm fairytale.

Bird-watchers will have a great time looking for the many different species found on the lakes, in the quenua forests and in the surrounding páramo. These are the habitats of such evocatively named birds as the giant conebill, titlike dacnis and gray-breasted mountain toucan. A variety of exotically named hummingbirds can also be seen: the rainbow-bearded thornbill, sapphire-vented puffleg and purple-throated sunangel, just to name a few. Bring binoculars if you have them.

The Laguna Toreadora ranger station is on the northern side of Cajas, a few hundred meters from the park entrance. Just a few kilometers before the entrance, on the left, is a park information booth where you take advice free. Many guides will just drive past this booth. You can obtain better information at the ranger station.


miércoles, 18 de octubre de 2017

VOLCÁN COTOPAXI



VOLCÁN COTOPAXI


The centerpiece of Ecuador's most popular national park (admision $10) is the snowcapped and downright astonishing Volcan Cotopaxi (5897m), Ecuador´s second-highest peak. The park is almost desert midwwek, when nature freaks can have the breathtaking scenery nearly to themselves.

The park has a small museum, an information center, a refugio (climber's refujes) and some camping and picnicking areas.










sábado, 12 de agosto de 2017

LAGUNA QUILOTOA



LA LAGUNA DE QUILOTOA 





Bumping along the espectacular dirt roads of the Quilotoa Loop and hiking between the area's Andean villages is one Ecuador´s most exhilarating adventures. Transportation is tricky but the rewards are abundant;highland markets, the breathtaking crater lake of Laguna Quilotoa, splendid hikes and traditional highland villages. Allow yourself at least three days for the loop and bring warm clothes (it gets painfully cold up here), water and snacks. If you're planning a multiday hike through the area, do yourself a favor and leave your heavy backpack in a guesthouse in Latacunga (carrying only the essentials).


miércoles, 2 de agosto de 2017

LATACUNGA


LATACUNGA 


The drive from Quito to Latacunga is magnificent in clear weather, Like a mammoth ice-cream cone. Cotopaxi looms to the left of the Panamericana as you travel south, and the two Ilinizas, also snowcapped, are on your rigth, Several other peaks are visible during the 90km drive, includind distant Chimborazo if you are lucky. On exceptionally clear days, nine of Ecuador´s 10 highest peaks can be seen.

Latacunga is the capital of Cotopaxi Province. Although not an exicting town, it has an interesting history and is a good base for several excellent excursions. The town´s name originates from the Indian words llacta cunari, which translate rather charmingly into "land of my choise." Latacunga became important colonial center immediately after the conquest, but today, there is little evidence of its long and varied history.

Cotopaxi, which dominates the town on a clear day, erupted violently in 1742 and destroyed the town, which was rebuilt, Another eruption 26 years later wiped it out again, but the indomitable (or foolhardy) survivors rebuilt it a second time. An Immense eruption i 1877 destroyed it a third time, and yet again it was rebuilt on the same site. At present, the volcano´s activity is minor, and it is unilikely that an eruption will occur within the next several years.

miércoles, 26 de abril de 2017

LA VERDADERA HISTORIA SOBRE LA DESAPARICIÓN DE LA BARONESA EN GALÁPAGOS

LA HISTORIA QUE ESCANDALIZÓ GALÁPAGOS

¿A QUÉ VINO A GALÁPAGOS UNA BARONESA CON TRES AMANTES?  ¿CUÁL ES LA VERDADERA HISTORIA DETRÁS DE MUERTES, DESAPARICIONES Y UNA MUJER QUE PARECÍA EN EL LUGAR EQUIVOCADO?

Una mujer, tres hombres, una isla solitaria, tiene todos los ingredientes de un escándalo. Los titulares de cualquier prensa amarillista que se precie serian: ¡Lujuria! ¡sexo! ¡Traición! ¡Muerte!
Podrían seguir otras exclamaciones: ¡Espionaje! ¡Nazis! ¡Bombardeo al Canal! Esos epítetos siempre estarán ligados al nombre de la hermosa Eloisa Wagner de Bouquet. Cursaban los años treinta en el mundo entero y en Ecuador se precipitaban varias historias en torno a la figura de la Baronesa, que darían la vuelta al mundo y que embrollarían a las Islas Galápagos en un misterio nunca resuelto.

La Baronesa y Rudolf Lorenz con un amigo en su tienda de Paris.
 

LOS HECHOS
Hay que salir de Ecuador y viajar al viejo continente. Es 1929 y en Berlín, un dentista vegetariano y seguidor de Nietzsche, Friedrich Ritter, está por cambiar definitivamente el rumbo de su vida. Ha abandonado a su esposa y vive en unión libre con Dora Strauch, una joven de 23 años que conoció en el Instituto de Hidroterapia de la Universidad de Berlín. Ella, más que su amante, es su discípula; han decidido viajar al lejano archipiélago de las Islas Galápagos para emprender una vida asceta y desprovista de las ventajas (debilidades, dependiendo de donde se lo mire) de la vida moderna. Para emprender esta aventura ambos se han retirado la dentadura, previendo complicaciones difícilmente solucionables en una Isla con escasa agua, nada de luz y, peor aún, atención médica. Entre ambos comparten una sola prótesis construida en acero. Desembarcan en la isla Floreana, la más pequeña del archipiélago, en enero de 1830, luego de permanecer tres meses en el puerto principal.


   Dore Strauch y Friedrich Ritter en Floreana, fotografía tomada por el Capitán Hancock en enero de    1934.
          
En agosto de 1832, llegan tres nuevos alemanes a la isla y la población de la misma sube de dos a cinco. La Familia Wittmer está compuesta por Heinz, la embarazada Margret y el adolecente Harry.

Heinz Wittmer, su esposa Margret, su bebé Rolf (nacido en Floreana), su hijo Harry y su perro Lump Fueron los únicos que quedaron en la isla.

En octubre del mismo año, nuevamente se amplía la población de la Floreana. Llegan la baronesa Wagner con sus acompañantes: el ecuatoriano Felipe Valdivieso y los europeos Rudolph Lorenz y Robert Phillipson.

    La Baronesa Wagner y su séquito: a la izquierda Phillipson; detrás Lorenz.


EL MISTERIO        
La baronesa y Phillipson desaparecieron de la faz del planeta, nunca se encontraron sus cuerpos y todas sus pertenencias permanecieron en la casa que construyeron en Floreana; el cadáver de Lorenz se encontró en la Isla Marchena varios meses después, mientras el vegetariano Ritter murió intoxicado por comer carne envenenada a escaza distancia temporal de estos hechos.

   El cadáver de Lorenz en la isla Marchena.

LAS VERSIONES.
Con las piezas del rompecabezas sobre la mesa, se puede tomar la ruta que más convenza. Hay varias; una, la más manida y que circula produciendo el mayor morbo es el de la lujuriosa baronesa asesinada por su peón sexual. Aquí cito un artículo reciente de la afamada y nacional Extra; “Poco a poco la austriaca fue desnudando su carácter sexualmente agresivo y feroz. Vestía de negro ceñido al cuerpo (¡!), protegida por un látigo y dos revólveres a los costados… más escandalosas eran las fiestas y jaranas que celebraba la baronesa al recibir amigos y turistas extranjeros, agasajándolos inclusive con orgías al aire libre y otros actos moralmente cuestionables. Nada detenía a la dominatrix…”

Vaya con la creación del periodista y su cruce entre la Madonna de hace una década y su última incursión la página sado de turno. ¿Vestir de cuero en la sofocante y desértica Floreana? Todos debieron andar desnudo. Qué vaguedad en la descripción ¿cuáles actos moralmente cuestionables? ¿Qué podía hacer la baronesa que no fuera blandir su látigo y acostarse con cuanto hombre y animal encontrará a su paso? Y, puestos a preguntar, ¿para qué tendría que trasladarse nuestra “dominatrix” a la otra punta del mundo para enfrentarse a una vida dura cuando la lujuriosa baronesa, acostumbrada a los excesos, podría experimentarlos en cualquier salón de la decadente Europa? Algo no encaja, algo suena a mito mal contado. Todo bien, porque puestos a elucubrar, el cielo es el límite.  Sin embargo, yo me decanto por otra historia; una que sigue con cierta lógica que involucra causas y efectos y está ligada al creciente clima bélico imperante en el mundo en ese entonces.

El crac financiero acaba de diezmar gran parte la economía mundial; el partido nazi gana fuerza entre los descontentos pobladores alemanes; Japón busca expandirse y tener mayor influencia en el Pacífico; las Islas Galápagos, probadas ya como base submarina en la Primera Guerra Mundial, son un punto estratégico importantísimo para controlar los movimientos de las marinas de Estados Unidos y Japón. Miren en el mapa, además, son el portón que va a dar directamente al Canal de Panamá. Si el canal llegara a desparecer, las consecuencias serían nefastas para Estados Unidos. Volvamos a nuestra trama y armémosla desde este contexto y junto a los ocho habitantes de la isla, involucrados todos en el misterio. La Historia mejor armada, la que menos hilos sueltos deja, es la de Ritter y su amante. Llegan a la isla Floreana atraídos por la lectura del libro Galapagos World’s End de W. Beebe. Para el filósofo y científico nietzscheano, interesado en escribir y pensar lejos de las distracciones de la modernidad, es el paraíso. Ritter llega con una mujer que le servirá de acompañante, secretaria y peón de las áridas tierras donde instalan su vivienda.

El doctor Ritter posee la autoridad moral de los ascetas, varios de sus escritos se reproducen en importantes medios europeos y americanos que se interesan por los avatares que sufren en su revivido Edén. Tanto es el interés de la prensa, que se reproducen sus diarios de viaje. Esta es la entrada del 3 de agosto de 1929; “Una visita donde el cónsul alemán nos informó que todo proyecto de colonización tanto en el interior del país como en las islas Galápagos resultó infructuoso… Nos vamos a ese archipiélago bajo otras presunciones que los demás colonos, no para enriquecernos, pues en eso está el punto de las desilusiones… La civilización corrompe todo debido a la ambición al dinero y a las necesidades diarias”. El antiguo doctor, odontólogo y científico convertido, por obra de su peregrinación a las Galápagos, en gurú del vegetarianismo y el nudismo, es un personaje que no levanta sospecha en la trama; es solo un personaje excéntrico, uno más en las Islas Galápagos. Aunque bien podía resultar otra cosa.

La familia Wittmer es otro asunto, ¿Cómo se le ocurre a una mujer europea viajar embarazada al fin del mundo? ¿Qué traen en la cabeza para instalarse en la isla Floreana, apenas provista de una fuente de agua que se seca en el verano y no, por ejemplo, si han de vivir allí, hacerlo en la Isla San Cristóbal, donde existe hasta un teniente político y varios europeos y norteamericanos que han hecho sus vidas allí? ¿Cómo, esa misma familia deja a su hijo adolescente sin colegio para convertirlo en campesino sin sueldo? ¿Por qué buscan la cercanía del doctor Ritter, que ha dejado muy claro que se ha ido al otro extremo del planeta para alejarse de la sociedad?
La única respuesta sensata es quien sabe, habrá que buscarles un propósito lógico para que cumpla algún rol en la trama. Algo más, Heinz formo parte del Ejército alemán en la Primera Guerra, no es nazi y su esposa tiene ascendencia judía.

La baronesa, descrita a su llegada al país por un periodista de El Telégrafo de esta forma: “La señora baronesa es gentil y exquisita, pues en ella se han fundido todas las culturas de Occidente, dejándole hondas huellas de una suavidad magnifica. Tiene los ojos azules, los cabellos rubios, tanto que parecen blanquear en ocasiones. Habla de sus antepasados. Su abuelo fue el último de los caballeros que poseyó la Orden de María Teresa. Su abuela fue primadonna de la Escala de Milán y canto con Caruso. Lleva el cabello corto. Es sensitiva, dulce en la expresión, pero resuelta en sus propósitos”. La nota continúa alabando a la gran baronesa que se ha dignado pisar tierra ecuatoriana. Pero, ¿qué trae a esta gran dama a una isla desierta? Escuchemos su respuesta: “Vengo a esta gentil tierra ecuatoriana en viaje de estudio…Trataré de estudiar las posibilidades del establecimiento, en una de las islas donde no pueda tener inconvenientes por posesiones anteriores, de un gran hotel o estación residencial para atraer turistas e inmigrantes de las mejores razas… El hotel será dotado de todo confort necesario, a fin de hacer mucho más agradable la permanencia temporal o definitiva de millonarios, turistas, artistas y personas anhelantes…”. ¿Qué trae para cumplir tales propósitos? ¿Ingenieros, materiales, expertos hoteleros? No, nada de eso. Trae tres amantes, dos de los cuales saben poco o nada de construcción y cultivos.

El tercero, el ecuatoriano, antiguo colono de las Galápagos, huye al mes de llegado; de paso por la isla San Cristóbal, se le escucha comentar que se ha ido porque: ¡Esa mujer está completamente loca! Si descartamos la opción de construir un gran hotel encima de fósiles y roca volcánica, ¿qué nos queda? Hay algo que aún no he contado, la baronesa estuvo casada con un capitán del Servicio de Información del Ejército francés. Durante la Gran Guerra, conoció de cerca el mundo del espionaje y, aunque el matrimonio no duró, sus contactos si perduraron. Otro dato aun sin revelar; la baronesa contaba con títulos, buenas maneras y una exquisita educación, pero no tenía dinero. Sus poderes de seducción la habían guiado por los salones más refinados de Paris, pero para principio de la década del treinta, se encontraba en su peor momento. Esto es, sin un duro. ¿Qué es cuando decide lanzarse a la costosísima empresa de construir un hotel de lujo, sin otros inversores, en una isla desierta? No lo creo.

Esquema de un mapa de la Isla Floreana dibujado por Friedrich Ritter.


LA HISTORIA
Es una posibilidad, los ingredientes están ahí (hay fuentes que confirman lo que digo más abajo). Puestos a elucubrar; ya lo he dicho, el límite es el cielo. Ritter sigue de cerca, en su radio de ondas cortas, el crecimiento del nazismo en su Alemania nativa. Desde un transmisor que permanece escondido reporta los movimientos de buques y la llegada de extranjeros a las islas. Es un informante, no crucial, pero importante; con prestigio científico y contactos internacionales. Heinz Witttmer es enviado a la Floreana por un ala del Ejército alemán que no ve con buenos ojos el ascenso de Hitler y que sabe de las actividades de ritter y que conoce muy bien la importancia estratégica de las islas. Debe viajar a las Galápagos con su esposa embarazada y su hijo para levantar menos sospechas. Es un sacrificio familiar por el bien de su país. El matrimonio Wittmer cumple su tarea con estoicismo. La baronesa necesita dinero y se lo ofrecen los japoneses a cambio de viajar a las Galápagos con el frente del hotel; Phillipson un gigoló del cual se ha encariñado, es el contacto con los nipones. Lorenz es un pobre hombre que se ha dejado seducir por la baronesa y que tomará como amante y empleado de servicio. A Valdivieso se lo contrata en Paris para que los oriente al llegar. Añadan estos ingredientes que la isla mide 173 km2. y que los habitantes no tienen manera de escapar el uno del otro. Además, Ritter no soporta la presencia de la baronesa y no desperdicia ocasión (ante la prensa o el jefe territorial) para desprestigiarla: “En ninguna forma esta mujer tiene la conducta que corresponde a una persona normal; se trata, indudablemente, de una desequilibrada espiritual cuya permanencia en un lugar habitado por tan corta sociedad como la nuestra significa una real amenaza”.

No les quito el gusto de terminar la composición. Coloquen las piezas finales como bien les parezca. Lo único que han de tomar en cuenta es que solo permanecerán los Wittmer en la isla Floreana y sus descendientes seguirán habitándola. Los demás desaparecerán (Dora regresará a Europa); queda en ustedes matar a la baronesa o dejarla escapar en el yacht que nunca ancló en la isla y en el cual supuestamente partió a recorrer el Pacífico sur, junto a un amigo millonario.

La Baronesa Wagner y Robert Phillipson en la Isla Floreana 1934. Él era uno de sus amantes. Los dos desaparecieron un día y nadie volvió a saber de ellos, sus cuerpos jamás fueron encontrados.





Texto extraído de la revista: Soho edición 78; La historia que escandalizó Galápagos autor Gabriela Alemán Salvador,  Quito  2009.

La misma autora publica en el año 2010 el libro Álbum de Familia con la Editorial Estruendo (Perú), en Ecuador se comercializó el libro en 2011 con la editorial Panamericana (Colombia); en el capítulo 2 (Veraneo), la autora relata con un estilo fantasioso "conjeturas" sobre Harry un miembro de familia Wittmer. Talvez el estilo narrativo utilizado por la autora se debió para no "incomodar" a descendientes de la familia Wittmer que viven en las islas y, por la demanda económica que recibió la revista Soho por parte del Parque Nacional Galápagos cuando publicó su número 78 sobre Galápagos.

Para quienes están interesados sobre la verdadera desaparición de la Baronesa pueden leer los relatos del piloto norteamericanos Vermon Lange y el bombardero americano de origen alemán Ernie Reiner quiénes formaban parte de las fuerzas norteamericanas establecidas en la isla de Baltra durante la Segunda Guerra Mundial. Otros relatos interesantes son: los del magnate norteamericano Eugene F. McDonald, los del millonario Julius Fleischman, los relatos del millonario capitán del Velero III George Allan Hancock y los del financista Vincent Astor quienes visitaron este archipiélago durante aquella época.   

También existe un informe en la Segunda Zona Naval (isla San Cristóbal) clasificado aún como secreto, realizado en el año de 1974 por la Armada del Ecuador cuando el BAE Cayambe visitó la isla de Floreana; el interrogatorio a Margret Wittmer fue ejecutado por Mariano Sánchez Bravo en ese entonces guardiamarina del buque (una copia de este informe llegó por error a mis manos cuando el historiador Octavio Latorre a quien yo había solicitado información sobre Nicolás Lawson me envió un paquete con documentos diferentes, el paquete fue devuelto a su dueño no sin antes haberlo leído).

Lecturas sugeridas:
Floreana Post Oficce By Margret Wittmer
Galapagos Affair By John Treherne 
Satan came to Eden By Dore Strauch
Adan and Eve in the Galapagos. Satan Walks in the Garden. Eve Call sit a Day. By Ritter Frederick. in The Atlantic Monhtly,  Number 148.